Capítulo 5: Encuentro Nocturno


Pasa el tiempo, poco a poco voy conociendo todos los detalles a la vez que vuelvo a caminar.
Midnigth es una asociación formada por los humanos tocados por la muerte, una asociación de aquellos que trabajan con la Luna como compañera. Ya que sus poderes alcanzan su cénit en la noche.
Yo no me sentía diferente, al parecer en la pelea contra Rebecca, ella me había seccionado la columna cuando me expuse como escudo, y al volver de mi “viaje” mis heridas externas se habían recuperado sin dejar marca, pero las internas conllevaban un proceso más tedioso.
Mis largas estancias en la enfermería se llevaban bien ya que siempre que podía Cheryl me venía a ver, es decir cuando no estuviese en alguna misión.
A mis padres, para que no se preocupasen, les escribía cartas, diciendo que me habían aceptado en un instituto internado, muy prestigioso. Y ellos, ingenuos lo creyeron y me dieron la enhorabuena por mi logro. Si supiesen la verdad… Hago una mueca burlona al pensarlo.
Cuando pude comenzar a andar me cambiaron de habitación, dormía junto con una muchacha que al parecer, porque aún no había venido a Midnigth, se llamaba Lys.
O eso me dijo la directora, una mujer corpulenta y fuerte, pero dulce, de cabello oliváceo y ojos marrones. Mientras me enseñaba las instalaciones y me contaba que las clases empezarían en Octubre. Debido a que algunos alumnos habían ido a visitar a sus parientes.
Caden seguía siendo todo un misterio. Por no decir que solo hablamos una vez. Una noche en la enfermería vino a verme.
-¿Estas despierta?- preguntó con voz suave, en tono normal, ya que la enfermería estaba vacía.
- Sí…- susurro mientras destapo un poco mi rostro apartando la sábana. Me incorporo lentamente, con la ayuda de mis brazos, pues mis piernas aún no me respondían. -¿Qué quieres?-enciendo la luz, se había sentado en la cama, y me miraba a los ojos. Los suyos de colores diferentes, uno plateado y el otro dorado, no apartaban la vista de los míos.
-¿Qué vistes?- le miro sin comprender. Suspira.- cuando moriste…
-Un mundo blanco…- algo en mí decía que era de confianza. ¿Pero que debía contarle? Había visto muchas cosas. Una mujer de negro. Una televisión. Una voz perturbadora. Una llave. Dolor…
-Eh… no llores- me dice mientras recoge mis lágrimas. No sabía que estaba llorando, ¿por qué lo hacía?
Me calmo, y le relato la historia, con pequeñas censuras, la llave, el libro y la voz quedan ocultos. Me mira atento, pero cuando avanzo en la historia comienza a tensarse, a volverse frío.
-Y eso es todo…- susurro. Se levanta rápidamente.-¿Qué pasa?
-No me fío…
-¿Eh?
-Nosotros estamos en un tránsito entre la vida y la muerte, pero tú… Dios… estabas muerta y has resucitado… lo comprobé varias veces… y luego tus ojos…- se gira, y mirándome de manera severa escupe las palabras.-A lo mínimo extraño que hagas… Te mataré…
Esas dos palabras que fueron su despedida dañaron mi corazón, desde entonces, no he vuelto a hablar con él, y lo comprendo. Tampoco le he contado a nadie más mi cruce en aquel mundo en blanco.

Pero, si no era la muerte ¿Quién era? Una mujer embutida en negro, aquel libro… el libro me había llamado más la atención que la figura. Un libro del color de la sangre. Un hermoso color para un libro…

No hay comentarios:

Publicar un comentario