Pasa el tiempo, poco a poco voy conociendo todos los
detalles a la vez que vuelvo a caminar.
Midnigth es una asociación formada por los humanos
tocados por la muerte, una asociación de aquellos que trabajan con la Luna como
compañera. Ya que sus poderes alcanzan su cénit en la noche.
Yo no me sentía diferente, al parecer en la pelea
contra Rebecca, ella me había seccionado la columna cuando me expuse como
escudo, y al volver de mi “viaje” mis heridas externas se habían recuperado sin
dejar marca, pero las internas conllevaban un proceso más tedioso.
Mis largas estancias en la enfermería se llevaban
bien ya que siempre que podía Cheryl me venía a ver, es decir cuando no
estuviese en alguna misión.
A mis padres, para que no se preocupasen, les
escribía cartas, diciendo que me habían aceptado en un instituto internado, muy
prestigioso. Y ellos, ingenuos lo creyeron y me dieron la enhorabuena por mi
logro. Si supiesen la verdad… Hago una mueca burlona al pensarlo.
Cuando pude comenzar a andar me cambiaron de
habitación, dormía junto con una muchacha que al parecer, porque aún no había
venido a Midnigth, se llamaba Lys.
O eso me dijo la directora, una mujer corpulenta y
fuerte, pero dulce, de cabello oliváceo y ojos marrones. Mientras me enseñaba
las instalaciones y me contaba que las clases empezarían en Octubre. Debido a
que algunos alumnos habían ido a visitar a sus parientes.
Caden seguía siendo todo un misterio. Por no decir
que solo hablamos una vez. Una noche en la enfermería vino a verme.
-¿Estas despierta?- preguntó con voz suave, en tono
normal, ya que la enfermería estaba vacía.
- Sí…- susurro mientras destapo un poco mi rostro
apartando la sábana. Me incorporo lentamente, con la ayuda de mis brazos, pues
mis piernas aún no me respondían. -¿Qué quieres?-enciendo la luz, se había
sentado en la cama, y me miraba a los ojos. Los suyos de colores diferentes,
uno plateado y el otro dorado, no apartaban la vista de los míos.
-¿Qué vistes?- le miro sin comprender. Suspira.-
cuando moriste…
-Un mundo blanco…- algo en mí decía que era de
confianza. ¿Pero que debía contarle? Había visto muchas cosas. Una mujer de
negro. Una televisión. Una voz perturbadora. Una llave. Dolor…
-Eh… no llores- me dice mientras recoge mis
lágrimas. No sabía que estaba llorando, ¿por qué lo hacía?
Me calmo, y le relato la historia, con pequeñas
censuras, la llave, el libro y la voz quedan ocultos. Me mira atento, pero
cuando avanzo en la historia comienza a tensarse, a volverse frío.
-Y eso es todo…- susurro. Se levanta
rápidamente.-¿Qué pasa?
-No me fío…
-¿Eh?
-Nosotros estamos en un tránsito entre la vida y la
muerte, pero tú… Dios… estabas muerta y has resucitado… lo comprobé varias
veces… y luego tus ojos…- se gira, y mirándome de manera severa escupe las
palabras.-A lo mínimo extraño que hagas… Te mataré…
Esas dos palabras que fueron su despedida dañaron mi
corazón, desde entonces, no he vuelto a hablar con él, y lo comprendo. Tampoco
le he contado a nadie más mi cruce en aquel mundo en blanco.
Pero, si no era la muerte ¿Quién era? Una mujer
embutida en negro, aquel libro… el libro me había llamado más la atención que
la figura. Un libro del color de la sangre. Un hermoso color para un libro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario