Capítulo 2: Caída

En medio de este, medio incorporada estaba Rebecca. De su… de su boca, deformada por una risa, salía sangre. Sus dientes, eran diferentes a los de cualquier humano, eran caninos, afilados y letales. Su cara parece un hocico. Con más rasgos de bestia que de humana, gira sus ojos completamente negros hacía mí. Miro lo que sujeta  en las manos.
Me dan arcadas prefería no haberlo mirado. La estaba devorando.
Estaba devorando a una de mis compañeras. No quise saber quién era. Suelta el trozo de carne, y se comenzó a levantar lentamente.
-Tú… hueles mejor….- Dice con una voz extraña casi gutural. Como si no fuese humana… pero eso ya me había quedado claro. –Debería haberte comido esta mañana como me ordenaron…
Comienza a avanzar hacia a mí, obligo a moverse a mis piernas temblorosas.
Pienso en lo que había dicho… “Me ordenaron”. ¿Quién me odiaba tanto como para querer verme muerta?
Las dudas martillean mi cabeza mientras corro.
Comienzo a correr, con todas mis fuerzas, más y más rápido. Recorro los pasillos de los vestuarios. Llego a la puerta de metal, que anuncia mi salvación, mi salida. Cerrada. Oigo risas melodiosas, me giro provienen de esa cosa. Busco un sitio donde meterme. Veo un armario, me meto en él. Con suerte no me habrá visto introducirme en él. Mi respiración es entrecortada.
Espero a que pase. Sujeto el pomo con todas mis fuerzas, por si acaso trata de abrirlo. Una mano me tapa la boca, mientras me apoya contra algo caliente. Trato de morder a mi opresor.
-Sshh… Calla, si no la llamarás…- me susurra al oído, es un hombre, tiene la voz grave y profunda. Sus manos son grandes y tapan parcialmente mi cara. Sigo intentándole morder. Él sigue esperando algo.
Se oyen pasos, me quedo helada. Dejo de respirar. Se oye que llevan a rastras algo. Un gruñido. Los pasos se alejan. Nos quedamos sin movernos ni un ápice un rato.
-Si te suelto, ¿no chillarás?- su respiración me golpeaba la nuca. Seguía hablando en susurros. Niego con la cabeza.- A la mínima que alces la voz, te mato.
Su mano me suelta, yo no me muevo. Me quedo tal cual, como si siguiese aferrándome. Logró moverme un poco, recuerdo el cuerpo de aquella chica destrozada, con más fuera que dentro. Me dan arcadas. El muchacho me tiende un cubo.
-Si tienes que expulsar algo hazlo ahí, paso de recoger los vómitos de una niña asustada.- sigue hablando en susurros. Lo cojo, no replico, solo me centro en expulsar el desayuno.
Levanto la cabeza, odio aquel re sabor que se me queda en la boca. Observo al muchacho, tenía la tez ligeramente bronceada, su pelo era rubio, un rubio dorado. Sus ojos no se distinguían bien por la falta de luz, pero aparentan ser de distinto color. Su rostro es bello, pero extrañamente familiar.
Me había quedado maravillada, hasta que la veo, lleva una espada, una de esas que solo tienen el filo a un lado, ¿cómo se llamaban? Ah, sí, “katana”. Tiene la hoja completamente negra, con  el dibujo de lo que parece ser una bestia en la empuñadura.
-¿Q-qué era eso?- logro pronunciar al cabo de un rato.
- Eso, era un semi-licántropo.-dice mientras me pasa un pañuelo para que me limpie.
-¿Semi?- sabía lo que era un licántropo o también llamado un hombre lobo, pero ¿Semi?
-Son licántropos, en un estado de hambruna extrema, debido a su reciente transformación. Eso les lleva al canibalismo, debido a que la carne con más nutrientes para ellos es la humana. – se levanta. Abre la puerta.- Quédate aquí no vengas por nada, oigas lo que oigas no vengas.
-¿A dónde vas?- Su respuesta era evidente, pero aun así quiero asegurarme. Comienzo a levantarme poco a poco.
-A matar a esa “cosa”- La última palabra la carga de énfasis.- No salgas de aquí, vendré a por ti.
No sé porque, pero algo me dice que confíe en él. Veo como se marcha. Yo me vuelvo a sentar debido a la flojera de mis piernas. Me quedo allí, sin hacer ruido, respirando el aire con olor a humedad, con una mezcla de olor a ropa limpia y una fregona mal secada. Me hago un ovillo.
¿Qué le habría pasado a Rebecca?
No tengo duda alguna sobre lo que me había dicho aquel muchacho, del cual no sabía su nombre. Pero, una duda continua repitiéndose en mi mente… ¿Por qué me quería matar?
Un grito rasga el silencio, mi temor vuelve, ¿y si le ha pasado algo a aquel chico. Aún temblando logro ponerme en pie, comienzo a correr siguiendo aquel grito convertido ahora en gemidos. Viene del sótano, más exactamente de la piscina. Estoy sin aliento cuando entro en aquella estancia.
-¡Te dije que no vinieras!- dice un muchacho ensangrentado, su cazadora de cuero estaba rasgada por encima del pecho, a sus pies había un charco de la sangre que expulsaba al exterior. La mano derecha aprieta su herida, para que no salga más sangre. Su izquierda sujeta la espada. Era zurdo.
-Pero, pero… ¡Oí un grito y pensé…!
-¡Eso no importa ahora! ¡Corre, vete antes de que te detecte!- “Detectar” esa palabra me da escalofríos, mis dos opciones aparecen ante mí en milésimas de segundo.
1. Tragarme mi temor y ayudarle.
2. Huir dejándole allí con aquella herida.
Me decido por la primera, haciendo acopio de todo el valor que tengo disponible, avanzo medio corriendo hacia él. Entonces la veo.
Era Rebecca, pero a su vez no lo era. Había cambiado bastante desde que la ví. Su cara había cambiado, era una mezcla mal hecha de lobo y humano, sus manos terminaban en unas afiladas uñas, de gran longitud, ahora sabía que había herido al chico. Sus piernas eran las patas traseras de un lobo. La sangre la recorría por completo, mire sus ojos, lloraban sangre, ahora lo comprendí, la había cegado, seguramente para obtener ventaja. Esta gimiendo muy alto, espero que no me hubiese oído acercarme a él.
-¿Dóonde essssstassss pequeeeeñaaa?- su voz es una mezcla entre alaridos y voz humana. Entonces lo comprendo, no me da asco, sino pena. Su instinto la hacia matar.
Ayudo al muchacho a levantarse, la espada suena al rozar el suelo. Maldigo todo mientras cierro los ojos. Siento un golpe, un arañazo, luego como algo se va clavando poco a poco en mi carne, en el flanco derecho. Abro los ojos de golpe por el dolor.
Veo la cara de muchacho un segundo antes de ser despedida, unos metros a su derecha, me quedo allí tirada de lado, respirando con dificultad, la sangre manchaba el blanco de la camiseta. Entreabro los ojos. Veo la escena.
El muchacho “sin nombre” se debatía con su espada contra Rebecca, lo peor es que ella ganaba terreno poco a poco. Comienzo a incorporarme gemido a gemido. Yo no soy de esas que dejan que un chico las salve. Soy de las que luchan por sí mismas. Cuando estoy incorporada, siento un dolor punzante en la herida, la aferro con mi mano izquierda. Me escuece.
Rebecca está ganando todo el terreno, yo me acerco poco a poco, para no hacer ruido. La Semi-licántropa logra tirarlo contra la pared, manchándola de color rojizo.
-¿Sabes? Para mí que sabrás muy bien… Ahora me podré dedicar a devorar mi encargo….- Dice Rebecca antes de descargar el golpe final. El muchacho cierra los ojos. Noto como algo se hunde en mí. Algo afilado. Duele. Me atraganto con la sangre. Las lágrimas salen de mis ojos.- ¡¿Pero qué?!
Lo que me había atravesado sale de  mi cuerpo, caigo al suelo, mis ojos se cierran, solo oigo con una espada se hunde en la carne, un aullido lastimero y un cuerpo pesado cayendo. Noto que me dan la vuelta. Un brazo fuerte me aferra por la espalda, incorporándome; esto hace que me atragante con la sangre y tosa, un hilillo de sangre sale por la comisura de mis labios.
-¡Responde! ¿Me oyes?- grita aquella voz tan profunda. Mientras me agita levemente.
Abro los ojos, los párpados me pesan. Solo tengo ganas de dormir. Sé que mi final está cerca.
-Sí…- digo con la voz quebrada y en susurros.
-Te dije que no vinieras…- No le veo bien el rostro. Su voz suena amarga.
-¿Qué?… encima de que te salvo…- trato de quitarle hierro a la situación, sonrio, gasto mis últimas fuerzas en ello. Comienzo a cerrar los ojos, no puedo abrirlos por más que lo intente. Pesan demasiado. Los cierro sabiedo que no volveré a abrirlos. Las heridas ya no me duelen, no escuecen, solo producen un ligero sopor en los lugares dañados. Mi mundo se tiñe de oscuridad, mientras espero a la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario