Prefacio

Caía la noche, fría e inhóspita. La nieve cubría las calles con su manto perlino, caminaba, mis pisadas hacían crujir la nieve, presionándola hasta convertirla en pequeños cachitos de hielo con forma de huella. No hacía aire, no hacía frío… Parecía como si la ciudad hubiese quedado atrapada en un bucle temporal, en el cual era imposible avanzar, ya fuese hacía delante o hacía atrás. No había vida en aquellas calles que hacía unos días habían sido bulliciosas. Las farolas comenzaban a parpadear, su luz comenzó a apagarse lentamente, mi mundo blanquecino se quedó a oscuras. Solo estaba iluminado por las estrellas y la Luna. Note un escalofrío, oí algo moverse en aquella ciudad del Silencio. Me gire justo a tiempo como para ver a mi presa, sus ojos iluminados por la tenue luz de la Luna irradiaban odio. Mi temor aumentó, aquella cosa de ojos rojizos me aferró el brazo con fuerza. El temor comenzó a aflorar en mi interior, aquella mirada evidenciaba lo que más miedo me daba… No había escapatoria…

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